RAY OF LIGHT

 

Primer Domingo de noviembre. Una mañana fría, 6 grados fahrenheit. La alarma sonó a las 5:00 am y yo estaba más que listo para empezar el día. Me puse mis tennis mas cómodos y salí en busca de la mejor fotografía. Justo al lado de mi hotel en Lower Manhattan, había una tienda de jugos, fue mi oportunidad perfecta para comprar uno de esos que prometen dar energía. En mi mochila solo llevaba lo necesario, iba a ser un largo recorrido.

Mi recorrido empezó caminando por el lado este de Manhattan hacía Midtown. Mientras caminaba, la luz del amanecer tocaba los rascacielos. No podía evitar detenerme casi en cada esquina para retratar esa suave luz abriéndose camino entre la ciudad. La gente empezaba con sus actividades diarias, aportando a las imágenes dinamismo y mejorando considerablemente la composición fotográfica.

Lo que no dejaba de llamar mi atención, era cuan pequeños nos veíamos todos ante tan monumentales edificios. Estaba rodeado por una bellisima variedad arquitectónica. Así como los libros, los edificios me contaban historias del pasado, presente y futuro de esta grandiosa ciudad. Sus colores se mezclaban armoniosamente con la vestimenta de los New Yorkers, era algo asombroso, casi como si fuera planeado.

Las luces y las sombras convertían a la ciudad en una pintura viviente. Había arte por donde quiera. Hay una frase famosa que dice: New York me hace sentir como si estuviera dentro de una película. Otra cosa que es común en New York, son las calles cerradas al público, me cruce con algunas mientras más me acercaba a Midtown, en ese momento eran sets de grabación.

En un intento por hacer mis propias grabaciones, debía colocar mi cámara en un tripié, pero un policía se me acerco y me dijo: Disculpe Señor lo siento pero no puede usar tripié en esta zona, están prohibidos, son considerados como un arma. Hasta ese momento yo no había percibido a nadie que se sintiera amenazado por mi tripié; aunque entre más me acercaba a las zonas más concurridas, podía ver en el rostro de las personas lo molesto que era para ellos el que un fotógrafo se les interpusiera en su camino, me miraban con enojo, sobre todo aquellos que iban montados en una bicicleta. Fue ahí, cuando entendí de que otra forma podría usar mi tripié. Así que, para evitar problemas encontré la forma de grabar y tomar mis fotografías sin usarlo. Respetar las reglas siempre será lo mas inteligente que uno puede hacer en una ciudad que no es la tuya.

Después de caminar por casi 5 horas, mis pies empezaban a pedir descanso y mi estómago algo de comer. Me detuve en Jack´s wife Freda y ordene unos pancakes, estaban deliciosos. Pedí un cafe, así podía seguir descansando un poco más mientras también revisaba las fotos en mi cámara. La primer tarjeta de memoria estaba casi llena con 2000 fotografías. Listo para continuar, pagué mi cuenta y con el ticket venía una postal de regalo con la palabra impresa en el frente que decía: BELIEVE. Fue un pequeño empujón para seguir con mi caminata por Manhattan. Esa caminata continuó por al menos 2 tarjetas de memoria más.

De regreso en casa, no fue fácil seleccionar solo algunas para publicarlas aquí. Espero les gusten tanto como a mi.

Gracias por leer !

 

 

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